“Todo se consume, todo es comestible… la mirada es caníbal” escribe Txaro Fontalba (1965), afirmaciones con las que subraya la transformación o la pérdida de los poderes de la imagen en nuestro mundo. Las imágenes ya no tienen una relación directa con lo que llamábamos “la realidad”, son simples objetos de consumo en el sentido más primitivo del término, células que vamos a fagocitar para convertir en algún tipo de desecho, físico o mental, o simplemente para hacer desaparecer. Como todo objeto de consumo, las imágenes –no solo fotográficas– son susceptibles de intercambio, de manipulación, de valoración económica. Surge la necesidad de encontrar algún territorio en el que quizás no hayan perdido del todo su sentido original, y tal vez uno de esos territorios pueda ser el que establece la identificación y acotación del espacio entre la naturaleza y la cultura. Una nueva confrontación entre esos dos términos que sugiere de nuevo su necesidad mutua, y su imposibilidad. La carne agujereada por un chupete configura una imagen en la que se mezclan el consumo en su nivel más básico, el alimentario, y el de la mirada, en un escalón solo aparentemente más próximo a “lo intelectual”.
Carlos Cánovas, Navarra/Fotografía. Gobierno de Navarra, 2012