En verano de 1992 participé en el taller de arte y pensamiento de Arteleku —«La voluntad residual. Parábolas del desenlace»— dirigido por Pepe Espaliú. Durante tres meses, partiendo de la idea de «resto», llevamos a cabo un programa de actividades artísticas colectivas y una serie de acciones. La más conocida fue la performance Carrying, en la que parejas de participantes transportábamos el cuerpo enfermo del propio artista por las calles del centro de Donostia. Las parejas entrelazábamos nuestras manos para formar una muleta humana que sostenía al artista, evitando que tocara el suelo. Esta acción transmitía el mensaje que el sida es «cosa de todos» y denunciaba la estigmatización del cuerpo enfermo de sida como cuerpo contaminante.

En la fotografía superior estoy con la artista Joana Cera participando en la perfomance.