2007-2022.
DM, pintura acrílico, muelle pintado, esmalte, piel de vaca.
112 x 68 x 28 cm.

“Somos un ejército de heridas andantes sin útero.” (El útero. Leah Hazard)

La histerotomía o extirpación del útero, lleva en su nombre la huella de su estigmatización.

La sociedad y la historia han mantenido una actitud ambivalente ante el útero, vilipendiado y venerado a partes iguales.

Históricamente, el útero es considerado la sede de la locura (histeria) femenina. Lo que significaba que cualquier actitud femenina que desafiara las normas del momento era atribuible a una disfunción reproductiva. No fue hasta 1980, que el útero no se libró de este menosprecio.

No hay un escenario único en cuanto a este órgano tan cargado culturalmente de prejuicios, afectos y opresiones.

El útero es un lugar de conflicto, un centro de dilemas emocionales para las mujeres que se cuestionan las opciones en torno a la maternidad. Sujeto a las leyes de la procreación humana, define un límite de tiempo, una caducidad, un duelo.

Hoy, considerado por la ciencia y la medicina, un órgano neutro y funcional, como cualquier otro, puede potencialmente ser trasplantado o creado sintéticamente.

Extracto del texto de Natalia Isla Sarratea, comisaria de la exposición Uholdeak “Materiales Maternales/ “Materialak amatu“:

«Asimismo, la pieza Útero (2005), a la que la artista ha añadido piel animal actualizando la instalación, se presenta como símbolo en crisis, ya que la agencia política de este órgano -que hacia el siglo XIX fue interpretado como causante de la histeria femenina-, actualmente forma parte del debate acerca de qué es ser una mujer y si dentro de sus cualidades se incluye la reproductiva».