¿Desde qué lugar entiendes en tu obra la revisión de rituales ancestrales y de códigos culturales?
He trabajado durante años con figuras y personajes femeninos complejos y contradictorios que señalan conflictos referidos al deseo femenino, como son Medea y más recientemente la Virgen María, y anteriormente también me han interesado otras figuras como son las anoréxicas o las diagnosticadas como histéricas.
En “Al aire de su vuelo” he trabajado efectivamente en la interpretación y resignificación de la escena de la ascensión de la virgen con la intención de darle nuevos alcances, nuevas maneras de emerger en relación con lo femenino, la sexualidad, la maternidad.
Estoy de acuerdo con Gerda Lerner cuando indica que “si queremos lograr una emancipación (completa) es necesario que rehagamos la historia.“
Entiendo a María como parte de la genealogía del legado ancestral de las diosas, que llegan a nuestros días devaluadas y des-sexualizadas. Entiendo la figura de María como heredera de las diosas, que en algún momento de la historia fueron usurpadas, canceladas.
Si miramos en la historia del patriarcado, podemos encontrar un paralelismo entre la subordinación de las mujeres y la devaluación o destrucción de los símbolos religiosos vinculados a lo femenino. La concepción femenina de la divinidad se refleja en el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad.
Y sobre todo, ¿cuál fue el proceso que has seguido para llegar a las obras que vemos en la exposición “Otras liturgias”?
Ninguna de las dos obras de la exposición está concebida como una idea previa, sino que, en ambas, me lleva un impulso, una propensión que no es planificada.
El trabajo artístico tiene una parte importante de escucha del deseo propio, sobre el cual se da la paradoja que es lo más propio, una experiencia singular, mi intimidad más radical y al mismo tiempo, no tengo el control, un impulso que nos sobrepasa, nos supera. Es algo trascendente, que vive en mí, en cada una, pero está fuera de mí. Un dejarse llevar que es escuchar el deseo; atender a ciertas imágenes que me atraviesan y yo capturo.
Este no saber que me cuestiona tiene que ver con la experiencia del inconsciente.
“Deslenguadas” es una obra compuesta de dos partes y media varios años entre la ejecución de la primera pieza y la segunda. Comencé su ejecución en 2007, con motivo de la exposición El monstruo menguante, que realicé junto a la artista y amiga Helena González Sáez. Al cabo de más de 10 años, retomé la pieza y produje una segunda parte con ocasión de la exposición «Deslenguadas y otras tartamudas» articulando su fisicidad y ampliando sus resonancias.
Y respecto a la obra “Al aire de su vuelo”, en 2010 comenzó mi atracción por las imágenes religiosas de la virgen María, un interés que no me podía explicar en su momento.
En un principio, lo relacioné con el ascenso y caída del objeto en la sociedad de consumo y aludía a ciertas imágenes religiosas de Cristo y la ascensión de la Virgen como angelicalmente asistidas, elevadas. Esto me dio la idea de cruzar las ascensiones con los ascensores y realicé algunos collages al respecto, que nunca he publicado ni expuesto.
Seguí dándole muchas vueltas a estas imágenes sin llegar nunca a nada que me convenciera, siempre con la duda de cómo hacer con la carga simbólica, histórica y religiosa de algo tan significado como la virgen María y no fue hasta 2022 que lo supe relacionar con las ancestras, con la potencia, el placer y la energía femeninas.
¿Cómo se hicieron tus obras y sus significados?
«Deslenguadas» tiene que ver con la dimensión de la palabra. Dar la palabra, otorgar palabra, quitar la palabra, hacerse con la palabra. También con el silencio de las mujeres y la dificultad de hablar.
Cuando en la obra «Madre de la otredad, cómeme» construyo un colchón con una tela impresa con una imagen de carne sobre un somier de palabras, lo que quiero es portar, otorgar la palabra a algo que es pulsional y afectivo, corporal y visceral, algo que tiene que ver con lo que me excede, el excedente y lo que está por fuera de la palabra. El colchón de carne es una invocación a la madre. En «Deslenguadas» pretendo algo en este mismo sentido, pero aquí la palabra, el mantra, la oración, la plegaria nos lleva a otro lugar. Es una invocación dirigida a un otro más abstracto, una pregunta que invoca la presencia de un otro irreductible.
Venimos al mundo en falta, cada uno de nosotros venimos al mundo marcados por una insuficiencia y una lesión fundamental, que nos empuja hacia la llamada de una forma invisible de otredad.
Siempre he dicho que las «lenguas» son cuerpos, tienen la dimensión de un cuerpo, su tamaño es el tamaño de lo que contiene el abrazo. Introduzco la potencia simbólica de la palabra en la dimensión del vínculo afectivo.
El proceso de elaboración fue tortuoso, tanto por el uso de materiales que aunque sean blandos que no son fáciles de manejar con herramientas cortantes. También el empleo de la cera implicaba trabajar con fuego y calor. Combinaba procedimientos que implican cortes en el material, que se pueden asociar con gestos violentos, pero que también había que hacer de modo meticuloso y con precisión.
Su posición de lenguas cortadas y colgadas a modo de punching ball, hace más evidente el sentido de lo sacrificial. Culturalmente, estamos muy marcados por la idea del sacrificio y poco por la cuestión del don, de la donación. El cuerpo es un don de la madre. El cuerpo como algo sagrado, que hay que honrar, en el momento del nacimiento, la sexualidad o la muerte.
Del lugar de un tiempo otro. Otras temporalidades
Hay un tiempo biológico y también un tiempo histórico. Están los tiempos del trabajo y los horarios. Existe también un tiempo psíquico, una atemporalidad del sueño, un tiempo recordado o inventado y un tiempo construido por fuera de lo productivo y de lo cotidiano, donde podemos ubicar la práctica del arte, que introduce una discontinuidad.
La experiencia del arte es semejante a una oración que nos hace sostenernos, diariamente. Combatir el olvido de todo. Operar con la negatividad. Plantar cara al fluir. Hacer que el instante adquiera permanencia. Combatir el desaliento, la ruina, la renuncia y la derrota mediante la creación.
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Texto preparatorio para el conversatorio que tuvo lugar el 21 de febrero de 2024 en el Museo de Navarra.