



2018.
Medidas variables.
Realizado con moldes de silicona alimentaria a partir de tipos de plomo de imprenta.
Balda de chocolate
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Vamos a pararnos por un momento en la pieza de chocolate. La lengua es el órgano con dos funciones, la del habla y la gustativa. En este caso, eso se ha hecho físico, y llegamos a comernos esas palabras que designan la tartamudez, la palabra repetida, la pausa en las sílabas. Una pieza dulce pero con una intencionalidad muy rotunda. ¿A quién hemos de hacer callar con este manjar?
Me gusta esta cuestión que dices de «hacer callar». Hablar, tener la palabra, hacer callar es una cuestión de poder, quien tiene la palabra tiene autoridad, autoritas. Quien no dispone de ella no dispone de ese lugar público, o más bien está ausente o no participa en ese lugar espacio público.
Según algunos estudiosos de la tartamudez (los mejores estudios han sido escritos por los propios tartamudos) la tartamudez puede pensarse como síntoma de una excesiva sensibilidad a las relaciones de poder en el lenguaje. Es como si se tropezara con el otro, el otro es un obstáculo (de hecho los tartamudos no lo hacen cuando hablan en voz alta solos).
En referencia a la pieza de la que hablas, le doy a comer palabras al otro, de cierto modo le hago callar, aunque siempre puede hablar con la boca llena y en ese caso su discurso no sería del todo apropiado, pierde autoridad. Estas piezas «tartamudas» de chocolate son un regalo, cuyo destino es ser digeridas, eliminadas, tachadas. De este modo le devuelvo el obstáculo, la tartamudez al otro, y así la de alguna manera se cancela. Es hacer callar al otro, pero no mediante la fuerza o la coacción, sino a través de un regalo, un don. Una invitación a tartamudear. A celebrar sencillamente que “hay lenguaje”, el saber y el sabor del lenguaje.
Entrevista Radio Euskadi. 6 de noviembre de 2018