European projects for young artists. Praga 1996.

The first «ready-made» object by Marcel Duchamp- a urinal signed R. Mutt – is undoubtedly, one of the crucial keys to the understanding of the 20 th century art to such an extend that is allows art historians to use the term «art after Duchamp». The urinal, the leading work fo contemporary art, does not differ from a urinal we can find in a toilet, it is as it is, and yet, looking at it now, one cannot help noticing the mythological aura of an ancient masterpiece he has produced. One has to admit that it was this single object which established the new vision of art in our century. The aura of the ready-made urinal does not  in the least resemble the one which surrounds Gioconda, but it was actually this ready-made, a clear image of a urinal, an icon of contemporary art, that Txaro Fontalba has chosen as the «key-word» of her work.

In her work on a silk-screen print series called «Sentimental Eucation«, Txaro incorporated two overlapping negatives of Duchamp´s urinal. The image created in this way, surprisingly enough, closely resembles an anatomical figure of female genitals. Two overlapping urinals are nothing else but a piece o female body. This apparently manifold situation inspired the artist to new undertaking: she printed the image of two urinals on men´s shorts and made them the subject of many photographs. The original urinal is no longer recognizable in the pictures of men wearing shorts with female genitals imprinted on them. The surprising experiment conducted by Txaro Fontalba seems to question the usual discourse around the artistic urinal as it replaces, in a simple gesture, male element with the female onel

The same gesture, which one could call a cosmetic multiplication of masks and veils, takes place when the artist employs the actual urinals to create self-portraits. Let us not forget that it was Marcel Duchamp himself who painted a moustache and a beard on Gioconda´s portrait. Txaro repeats Duchamp´s gesture, sticking moustache to a urinal, but she gives it a feminist touch at the same time. This linkage of an object serving physiological needs of men and a human image is a gesture of criticism which, on its surface, bears a mark of sophisticated aesthetism.

Andrzej Przywara.

El primer objeto «ready-made» de Marcel Duchamp -un urinario firmado R. Mutt- es, sin duda, una de las claves cruciales para la comprensión del arte del siglo XX, hasta tal punto que permite a los historiadores del arte utilizar el término «arte después de Duchamp». El urinario, obra cumbre del arte contemporáneo, no difiere de un urinario que podamos encontrar en un retrete, es como es, y sin embargo, mirándolo ahora, uno no puede dejar de notar el aura mitológica de obra maestra antigua que ha producido. Hay que admitir que fue este único objeto el que estableció la nueva visión del arte en nuestro siglo. El aura del urinario prefabricado no se parece en nada a la que rodea a Gioconda, pero en realidad fue este prefabricado, una imagen clara de un urinario, un icono del arte contemporáneo, lo que Txaro Fontalba ha elegido como «palabra clave» de su obra.

En su trabajo sobre una serie de serigrafías llamada «Educación sentimental», Txaro incorporó dos negativos superpuestos del urinario de Duchamp. La imagen así creada, sorprendentemente, se asemeja mucho a una figura anatómica de los genitales femeninos. Dos urinarios superpuestos no son otra cosa que un trozo de cuerpo femenino. Esta situación aparentemente múltiple inspiró a la artista a una nueva empresa: imprimió la imagen de dos urinarios en calzoncillos de hombre y los convirtió en objeto de numerosas fotografías. El urinario original ya no es reconocible en las imágenes de hombres que llevan pantalones cortos con genitales femeninos impresos. El sorprendente experimento realizado por Txaro Fontalba parece cuestionar el discurso habitual en torno al urinario artístico, ya que sustituye, en un simple gesto, el elemento masculino por el femenino.

El mismo gesto, que podríamos calificar de multiplicación cosmética de máscaras y velos, tiene lugar cuando la artista emplea los propios urinarios para crear autorretratos. No olvidemos que fue el propio Marcel Duchamp quien pintó un bigote y una barba en el retrato de Gioconda. Txaro repite el gesto de Duchamp, pegando el bigote a un urinario, pero al mismo tiempo le da un toque feminista. Esta vinculación de un objeto al servicio de las necesidades fisiológicas de los hombres y una imagen humana es un gesto de crítica que, en su superficie, lleva la marca de un esteticismo sofisticado.

Andrzej Przywara.

Texto del catálogo de la exposición «Germinations 9». Tutesall y Château de Bourglinster. Luxemburgo. Villa Arson, Niza. Riding Hall of Prague Castel, República Checa. Sala Julio González, Madrid. 1996-97.