Deia, 17 abril, 1998.
[…] La artista navarra ha traído trabajos de distintas series, con unos nos remite al pasado reciente y con otros anticipa novedades. Mediante materiales y procedimientos muy varios, juega al trastoque significacional, el doble sentido y la ambivalencia interpretativa del lenguaje. Lo mismo parte de iconos visuales detectables, que emplea códigos o elementos que manifiestan papeles sociales establecidos.
Como ha escrito se trata de «Reinterpretar, des-identificar, resignificar bajo el signo de lo problemático el ser-mujer-efecto de una heterodesignación«.
Alude a lo que diferencia y une a unos y otros, lo mismo que utiliza claves de sentido femenino con total eficacia. Y lo hace de modo que permite una transparente primera ojeada como implica después gran riqueza y densa complejidad.
Por un lado, superpone tramas, formas y materiales, generando una percepción ambigua y cambiante. Por otro, recicla materiales y referencias para crear una mirada clara rotunda. Mientras unas piezas nos remiten al cuerpo humano y sus implicaciones sexuales, el resto es un ejercicio más abstracto en el que se alude también a lo masculino y lo femenino junto a elementos de la sociabilidad como la comida o el juego, en un ejercicio entre el azar y el orden, el diseño más nítido y la combinación cabalista de los números. Percepción y concepción son excitados para implicar al espectador de un modo participativo.
La muestra tiene la enorme virtud de situarnos ante una artista en tránsito, posibilitando nuevos enfoques y consecuencias de un trabajo cuyo sentido es muy poliédrico y tiene gran riqueza de recursos.