Bestiario de amor

1994. Piel de vaca sobre molde de escayola, 69 x 69 x 22 cm.

En la serie Bestiario de amor me centraba en las disfunciones sociales y culturales que aquejan a esa construcción que llamamos feminidad. En referencia al Bestiario de amor Juan Vicente Aliaga escribía lo siguiente en el catálogo «Amares»:

“…una suerte de imágenes que bien pudieran ser propiciatorias de ese símbolo de la armonía humana que se ha dado en llamar amor, y que algunos consideran más bien un pesado lastre, como la feminista Anna G. Jónasdóttir, que lo asimila a un concepto explotable por el poder patriarcal.

“La mujer necesita amar y ser amada para habilitarse socio-existencialmente, para ser persona. Pero no tiene un control efectivo sobre cómo o de qué forma puede usar legítimamente su capacidad: carece de autoridad para determinar las condiciones del amor en la sociedad y cómo deben ser sus productos”.

De lo cual se puede colegir, que la concepción del amor predominante en nuestra sociedad, deudora de efluvios románticos todavía no disipados, puede ser una atadura para las mujeres …”